Recuerdo
como si fuera ayer cuando fuimos al jardín de infantes y también tu primer día
en la escuela primaria. También guardo una anécdota que nos pinta de cuerpo
entero, cuando un compañerito de la escuela quería hacerse el matón con vos y
le dije que no se metiera con mi hermano.
Muchos años juntos, Negro, mucha vida, alegrías
y tristezas.
El año pasado nos diste un susto enorme, por
unos días, por infinitas horas, por incontables segundos creímos que no te
veríamos más.
La vuelta a mi casa fue tremenda, con mucha angustia, siempre acordándome de
vos de chico, de tus travesuras, de tus calenturas, de tu carácter imposible.
Hace mucho que no hablamos, sos mi hermanito y no puedo pensarte de otra
manera.
Quisiera estrecharte en mis brazos y decirte que todo va a mejorar pero no lo
sé, sólo me queda pensar, desear, soñar que estés bien.
Que un día digas basta a todo lo que te detiene, que te decidas a salir de ese
lugar oscuro donde te quedaste hace ya demasiado tiempo.
Siempre estaré esperándote, buscándote la sonrisa, haciéndote enojar, quiero
contarte cómo va mi vida, cómo es tu sobrina que no conocés pero que te visitó.
Volver a hablar de política, de historia, discutir hasta quedarnos sin
palabras, con nuestras contradicciones, con nuestros acuerdos y desacuerdos.
No necesito milagros, para mí la mayor satisfacción será verte feliz y entero
de nuevo.
Con la tenacidad con la que enfrentaste muchas dificultades, con el espíritu
guerrero que tenías y que sólo está un poco aletargado.
Acá estamos, cuando quieras, cuando desees, cuando decidas luchar con todas tus
fuerzas.