A mí la lluvia me encanta, me transporta.
Escucharla bajo los techos de chapa, también a la intemperie si no me acucian las responsabilidades.
Odio los paraguas porque nunca me han servido, prefiero la mojadura, el frío, casi todo menos ese elemento tan poco aerodinámico, tan sutil que se vuela, tan aburrido que me exaspera.
Me gusta sentir el agua que cae en mi piel, en mi pelo, en todo el cuerpo.
Leer, soñar, hacer el amor, pensar, degustar, son todas actividades que puedo hacer bajo la lluvia. ¿Por qué debería importarme el estado del tiempo si me decisión es ser feliz en cada instante?
Hay que animarse, gritarlo a los cuatro puntos cardinales. Me importa poco tu moralina, tus sanas o buenas o tristes costumbres.
Elijo ser yo, de la manera que me plazca. Sin tener que dar explicaciones a nadie, eso es ser plenamente libre para mí.
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