Trabajo
Final: Maternidad Voluntaria y
Derecho al Aborto como derechos fundamentales de las humanas
Uno
de los derechos de los que poco se habla en la sociedad, a pesar de que en el
mundillo de las militantes feministas ya nos resulta casi un cliché es el
derecho al aborto. Pero aun menos difundido es algo más integral que es el
derecho a la maternidad y a la lactancia voluntaria. Volviendo a la experiencia
personal puedo narrar que mi vida cambió cuando salieron esas rayitas en el
test de embarazo y que mi vida no volvió a ser la misma.
Primer punto importante a resaltar: mi
maternidad fue y es voluntaria, planificada y día a día feliz o con altibajos
pero sigo en la búsqueda de la armonía familiar. Repito esto de voluntaria pues
creo que casi nadie, o por lo menos pocas personas se preguntan si quieren ser
madres, o por tradición, sujeción de género, mandatos sociales, etc, les viene
impuesto per se,
Cuando se habla de los derechos que tenemos
por ser mujeres, muchas veces se vuelve al argumento arcaico de la Naturaleza femenina.
Algo así como si al salir al mundo de la vida extrauterina naciéramos con un
manual de instrucciones, tipo electrodoméstico ultramoderno y con innumerables
funciones, y con ellas nos bastara para vivir. Siguiendo a Simone de Beauvoir
les digo que cada día más creo que la
Mujer se hace y no se nace.[1]
Nadie nos prepara para los dolores, las angustias, las inseguridades que
nos sofocan y que vienen con el estado de volverse madre, o mejor dicho de ser
hija, novia, obrera y además en un determinado momento adquirir el status de
madre.
Creo que en esta gran novela mitológica que
se ha propagado oral y por escrito sobre la maternidad hay muchos y muchas
cómplices, además de que resulta casi un grito desesperado como se recurre a la
maternidad como imperativo de superviviencia de la especie. Ya desde el
nacimiento se eligen colores, juguetes, hasta se quiere imponer una determinada
personalidad si se es niña o niño. Siempre renegué de todo eso, cuando era
pequeña mi madre quería que aprendiera a doblar ropa, ordenar, limpiar,
cocinar, esos eran los deberes que debía cumplir, me estaba preparando para
cuando fuera madre-esposa. Lamento decir que casi nada de eso lo aprendí con
ella en ese momento, es más puedo decir que mayormente aprendí todo cuando me
mudé a Paraná dejando la casa de mis padres
en Bahía Blanca mil kilómetros de distancia. Aclarando, obviamente, que
algunas de las cosas que mi mamá me quería transmitir todavía me niego a
realizarlas por considerarlas tareas de servidumbre en el sentido estricto de
ser esclava. Una de ellas es el planchado, ya le devolví a mi mamá la plancha
pues me ocupaba espacio y no la usaba nunca.
Ustedes se preguntarán: ¿qué tiene que ver
todo eso con los Derechos Humanos? O quizás no, pero apelo a su infinita
paciencia. Los derechos de las humanas han sido vituperados por al menos dos
mil años. Desde que Virginia Woolf habló sobre Mary Kingsley tenemos una
muestra clara de la discriminación por género en el acceso a la educación: No sé si alguna vez le dije
que el permiso para aprender alemán y el estudio de dicho idioma representó
cuanta educación de pago he recibido. En la educación de mi hermano se gastaron
dos mil libras que todavía espero que no fuera un gasto en vano.[2]
Considero que esa fue la primera desigualdad pero creo que se relaciona
directamente con el hecho de que aun hoy en día cuando estamos en la era de las
comunicaciones, muchas mujeres, especialmente las más vulnerables y marginadas,
son ignorantes de la mayoría de sus derechos. Lo que sucede es que seguimos
recibiendo el veto mediante las instituciones conservadoras que no conciben el
avance de los derechos y el reconocimiento de nuevos derechos aplicados a
nuevas situaciones, elecciones o decisiones políticas en concordancia.
Ese es un punto al que quiero arribar muy
especialmente. Cuando pienso en instituciones conservadoras, lo primero que se
viene a mi mente es la Iglesia Católica
así como otras instituciones religiosas con similar discurso pero todavía sin
tanto poder. En la moral católica hay muchas prácticas denegatorias de los
derechos de la mujer, desde la prohibición de que las mujeres sean sacerdotisas
hasta que usen métodos de prevención de embarazos, pasando por una
multiplicidad de prohibiciones absurdas que se tornan irracionales para
cualquier persona. Recuerdo que hace no mucho tiempo, cuando Ratzinger fue a
Camerún su declaración en torno al tema del SIDA: A bordo del avión, Ratzinger dijo que el sida
"no se puede resolver con eslóganes publicitarios ni con la distribución
de preservativos", y que éstos, "al contrario, sólo aumentan los
problemas". "La única vía eficaz para luchar contra la epidemia es la
humanización de la sexualidad", añadió, "una renovación espiritual",
destinada "a sufrir con los sufrientes". Es decir, abstinencia y
oración.[3] Esta actitud de parte de un ministro de la Iglesia y no de cualquier
ministro sino el máximo exponente. Según la grey católica el representante de
Dios en la Tierra ,
que por su importancia y función tiene responsabilidades políticas y
religiosas, lejos de ser conciente de su influencia en la comunidad que lo
instituye como líder vierte su opinión sobre una enfermedad que afecta a miles
de africanos y probado está que la única medida preventiva efectiva es el uso
de preservativos. Esta actitud y su sentencia son criminales y merecerían un
repudio masivo de sus fieles en todo el mundo.
Para comenzar la conclusión quiero volver a
las hipótesis que planteé en un principio y agregar otras que pueden clarificar
la temática: Maternidad voluntaria y derecho al aborto serán posibles si
podemos asegurar el acceso a la educación e información para todas las
argentinas, en segundo lugar si la política de salud comienza a ser planificada
e incluye una perspectiva de género y no sigue viendo a las mujeres como objeto
de las corporaciones médica, religiosa y farmacéutica. En tercer lugar que se
comprenda que el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo es un derecho
supremo para las mujeres y no está en debate. En cuarto lugar, para asegurar la
consecución de todos los anteriores puntos son necesarios dos elementos
definitorios: un mayor presupuesto real destinado a la salud de las mujeres y
la separación definitiva del Estado y la Iglesia , pues al sostener un culto se afirma que
en ese Estado se permite la opinión de un actor que tiene sus propias funciones
y no debe interferir en cuestiones de salud pública. Pues si se sigue oponiendo
a los derechos de la mayoría de las mujeres se incurre en la figura de
discriminación, dado que como todos los credos que son practicados en la Argentina podrían
participar de las estrategias y políticas nacionales de salud sería
impracticable cualquier medida efectiva si es necesario consultar a ministros
de más de mil religiones distintas. Por lo tanto la injerencia de los cultos
religiosos en las estrategias políticas y las decisiones acerca de salud
pública debe ser nula.
Una vez clarificadas las hipótesis puede
comprenderse que la política de salud es machista, en múltiples ocasiones
atenta contra la voluntad y la libre elección de las mujeres, tiene sesgos
religiosos pues los mismos ministros y cuadros políticos más importantes
confiesan sin ningún prurito su fe religiosa y plantean que ellos como
cristianos que son no pueden otorgar derechos que son contemplados por la Organización de
Naciones Unidas en la Resolución 47/2 que trata sobre
la Incorporación de una perspectiva de
género en todas las políticas y programas del sistema de las Naciones Unidas*.[4] Al cual
Argentina[5] suscribe
como a tantos pactos internacionales que suponen un avance progresivo en los
derechos de diversos colectivos, y que como Estado comprometido con la defensa
y promoción de los Derechos Humanos debe difundir.
Por los puntos anteriores delineados
brevemente en los dos párrafos anteriores puedo concluir que para alcanzar las
metas en cuanto a implementar las políticas, las condiciones materiales y el
ejercicio pleno de nuestros derechos, puntualmente dos derechos que están en
consonancia los mencionados anteriormente Derecho a la Maternidad voluntaria y
al Aborto es necesario reformular las políticas nacionales de salud cumpliendo
con una demanda puntual y urgente de las mujeres para poder planificar su
familia en el tiempo y la forma que las mujeres decidan. Para esto sería
imperativo aplicar el principio de equidad y que se informe a todas las mujeres
en los centros públicos de salud de todo el país sobre sus derechos en forma
extendida y efectiva acerca de sus derechos y la posibilidad de practicarse las
intervenciones quirúrgicas de forma gratuita en hospitales públicos de todo el
país. Atendiendo a que es una demanda de orden público y civil, más allá de que
quienes puedan ejercer como médicos, promotores de salud, abogados y demás
mediadores y difusores puedan tener para sí una concepción religiosa o no. Por
lo tanto se sugeriría que si habría objetores de conciencia, estos puedan
figurar en un registro para poder ser reemplazados cuando las ciudadanas pidan
que se realice un aborto quirúrgico o algún tipo de intervención farmacológica
que resulte en el mismo fin.
[1] BEAUVOIR, Simone de, El segundo sexo, Gallimard, París, 1949
[2] GWYNN, Stephen, The
life of Mary Kingsley, p. 15. Cita tomada de WOOLF, Virginia, Tres Guinéas, Quentin Bell and Angelica
Garnett, Londres, 1938
[3] http://elpais.com/diario/2009/03/18/internacional/1237330807_850215.html.
Diario El País, archivo del 18 de Marzo de 2009.
[5] Desafíos para la igualdad de género en la Argentina. - 1a ed. -
Buenos Aires: Programa Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD, 2008.
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