Este año he decidido ponerme a trabajar en mi propia vida para darle un nuevo impulso.
No se trata de quedarme quieta sino como dice un querido amigo en una espera activa.
Porque la decisión de terminar algunas cosas que me hacían daño fue necesaria.
Tengo la obsesión de querer hacer un millón de compromisos, actividades e iniciativas a la vez. Generalmente cumplo con todo pero el costo es muchas veces mi propia salud.
Parece que quisiera recuperar el tiempo perdido, ni siquiera tengo noción de cuándo fue que lo perdí.
2013 comenzó con un golpe a la mandíbula y, en vez de devolverle con la misma furia, me di cuenta de que es importante frenar, observar el paisaje y tomar una honda respiración para seguir adelante.
Me cuesta muchísimo decir no puedo, me muerdo la lengua para no plantear que estoy dispuesta a retomar la vorágine de los años anteriores.
Pero esta vez elegí fortalecer mis deseos, quedarme con quienes me dan su amor y, sobre todo, pensar un poco en mí.
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